
ASPECTO RELIGIOSO
Referente a la mente en la religión ha sido afectada a lo largo de estos últimos tiempos por factores como las drogas tabacos alcohol y demás .toda persona como ser humano tiene falencias, hay que tener claro y saber que el único que tiene el poder de cambiar la mente del ser humano es Dios, haciendo de ella una mejora donde habiten pensamientos de bien y no del mal, con el propósito de hallar el camino correcto hacia la meta que se ha trazado cada ser humano en compañía de Dios nuestro señor.
Hoy día son muy pocas las personas que disfrutan de una vida tranquila. Muchas viven en zonas donde las guerras, los disturbios políticos, la violencia étnica y el terrorismo son cosa de todos los días. En otros casos, lo que perturba la paz son los delitos, las actitudes hostiles y los problemas en el trabajo o entre vecinos. Y por si fuera poco, es muy común ver que muchos hogares, en lugar de ser remansos de paz, son verdaderos campos de batalla.
En vista de esto, hay quienes se concentran en hallar paz interior y, por eso, recurren a la religión, asisten a seminarios de meditación o hacen yoga. Otros creen poder encontrarla en la naturaleza, por lo que deciden pasar sus vacaciones en centros terapéuticos de aguas termales o practicando excursionismo. Sin embargo, muchos de ellos no tardan en darse cuenta de que la paz que han encontrado es meramente pasajera.
¿A quién no le gustaría disfrutar de u paz interior en estos tiempos tan difíciles? La Biblia en la carta a los Filipenses, capítulo 4, versículos 4 a 13, nos dice cómo hallarla.
“La paz de Dios”
En el versículo 7 leemos: “La paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales mediante Cristo Jesús”. Como esta paz proviene de Dios, nadie la puede alcanzar por sí mismo meditando o tratando de mejorar su personalidad. Además, es tan poderosa que “supera a todo pensamiento”. En otras palabras, se impone sobre nuestros temores e inquietudes, que muchas veces se deben a una visión limitada o errónea de las cosas. Incluso cuando no vemos la salida a nuestros problemas, la paz de Dios puede darnos tranquilidad, pues tenemos plena confianza en la promesa bíblica de que pronto desaparecerán todas nuestras dificultades.
Claro, el único que puede brindarnos una paz como esta es Dios, ya que para él, “todas las cosas son posibles” (Marcos 10:27). Además, la fe y confianza que tenemos en Dios evitará que nos preocupemos en exceso. Piense, por ejemplo, en un niño que está perdido en el supermercado. Como confía en que su mamá lo va a buscar, no se desespera. Sabe que cuando lo encuentre, lo tomará en sus brazos, y todo volverá a la normalidad. Igualmente, nosotros tampoco nos desesperamos, pues sabemos que siempre podremos contar con la protección y el cuidado amoroso de Jehová.
Muchos cristianos han visto que la paz de Dios los ha ayudado aun en las situaciones más difíciles. Ese fue el caso de Nadine, quien sufrió un aborto. Ella nos cuenta: “Me resulta muy difícil expresar mis sentimientos y siempre trato de dar la impresión de que todo está bien. Pero tengo que admitir que perder a mi bebé fue un golpe terrible. Casi todos los días le abría mi corazón a Jehová suplicándole ayuda. Y he visto la respuesta a mis oraciones, pues cuando creía que ya no podría soportarlo más, entonces me invadía una gran paz que me hacía sentir segura y tranquila”.

Nos protege el corazón y la mente
Volvamos a Filipenses 4:7. Allí se dice que la paz de Dios guardará nuestro corazón y nuestra mente. Dicho de otro modo, la paz de Dios actúa como un guardián: nos protege, entre otras cosas, contra las preocupaciones innecesarias provocadas por la búsqueda incesante de bienes materiales. Veamos un ejemplo.Hoy día mucha gente piensa que para alcanzar la felicidad es necesario tener mucho dinero. Por eso, siguiendo las recomendaciones de los expertos en finanzas, algunos invierten parte de sus ahorros en el mercado de valores. ¿Se sienten más tranquilos y seguros a partir de ese momento? No siempre, pues muchos viven pendientes de los cambios en el precio de las acciones para saber si les conviene vender o comprar. Y a esto se suma la angustia que sufren cada vez que hay una caída de los precios.
Aunque la Biblia obviamente no condena que invirtamos nuestro dinero, sí nos da esta advertencia: “Un simple amador de la plata no estará satisfecho con plata, ni ningún amador de la riqueza con los ingresos. Esto también es vanidad. Dulce es el sueño del que rinde servicio, sin importar que sea poco o mucho lo que coma; pero la abundancia que pertenece al rico no le permite dormir” (Eclesiastés 5:10, 12).
Filipenses 4:7 concluye diciendo que la paz de Dios nos protegerá “mediante Cristo Jesús”. Ahora bien, ¿qué relación hay entre Cristo y la paz de Dios? Jesús desempeña un papel fundamental en el cumplimiento de los propósitos de Dios. Él dio su vida para liberarnos del pecado y la muerte (Juan 3:16). Además, hoy ocupa la posición de Rey del Reino de Dios. Al comprender todo esto, nuestra mente y nuestro corazón se llenan de paz. ¿De qué manera?
Para empezar, nos sentimos más tranquilos al saber que, gracias al sacrificio de Jesús, Dios perdonará nuestros pecados si estamos sinceramente arrepentidos (Hechos 3:19). Y puesto que comprendemos que solo disfrutaremos completamente de la vida cuando Cristo gobierne sobre la humanidad, no llevamos una vida frenética y desesperada como mucha gente (1 Timoteo 6:19). Nada de esto impide que hoy tengamos problemas, pero, sin duda alguna, nos consuela saber que lo mejor está por venir.
Cómo conseguir la paz de Dios
En Filipenses 4:4, 5, la Biblia nos dice cómo obtenerla: “Siempre regocíjense en el Señor. Una vez más diré: ¡Regocíjense! Llegue a ser conocido de todos los hombres lo razonables que son ustedes. El Señor está cerca”. Pablo escribió estas palabras mientras estaba injustamente encarcelado en Roma (Filipenses 1:13). En lugar de lamentarse por su situación, animó a sus hermanos cristianos a ‘regocijarse en el Señor’, como de seguro él también lo hacía. Así indicó que su felicidad no dependía de las circunstancias, sino de su relación con Dios. Igualmente, prescindiendo de los problemas que tengamos, cualquiera de nosotros puede aprender a disfrutar del servicio a Dios. ¿Cómo? Esforzándose por conocer mejor a Jehová y por hacer su voluntad. De este modo, tendrá una vida más feliz y tranquila.
